Lionel Sabatté, el tiempo, la memoria y la huella

La galería RocioSantaCruz presenta la primera exposición individual de Lionel Sabatté en España, con motivo del 10o aniversario del Barcelona Gallery Weekend.

El proyecto revela el talento del artista a través de un conjunto de obras creadas expresamente para la ocasión. Las tierras del Ebro, en el sur de Cataluña, con sus paisajes y las pinturas rupestres de la región, han inspirado esculturas, pinturas, fotografías y dibujos de una belleza cautivadora. Sus cuadros, compuestos con pigmentos de las cuevas de Lascaux, poseen una fuerza bruta extraordinaria, mientras que sus esculturas, evocadoras de mamuts, bisontes, bueyes y jabalíes, parecen dar nueva vida al arte parietal.

Los dibujos de animales, realizados con gran maestría, desbordan vida tanto en el trazo como en el método de oxidación que emplea para crearlos. Es el tiempo, en su forma de proceso químico, el que los hace surgir. La belleza de sus representaciones de anguilas y batracios compite con la de los pájaros, mientras que las enigmáticas poussiérographies capturan la magia del delta del Ebro. Entre la prehistoria y el mundo contemporáneo, las huellas del tiempo, presentes tanto en las formas como en los materiales, irrigan y dan vida a las obras de Lionel Sabatté.

En las últimas dos décadas, Lionel Sabatté ha destacado en la escena del arte contemporáneo francés por la fuerza de sus obras. Primero se hizo notar como escultor, creando piezas inolvidables a partir de pequeños paquetes de polvo. Estos agregados, en catalán “borra”, y en español e inglés denominados como “conejito de polvo”, se llaman en francés “moutons de poussière” (ovejas de polvo). Sin embargo, Sabatté, rechazando la referencia inmediata y literal que caracteriza su trabajo, no representa a estos animales ni como conejos ni como ovejas, sino como lobos.

Más allá del impacto visual sobrecogedor de estas obras, el artista nos invita a reconsiderar nuestra percepción de los materiales en el arte. Paradójicamente, mientras que el polvo es visto como una sustancia frágil, trivial y devaluada, Sabatté lo ha transformado en un material artístico por derecho propio, creando obras de una sorprendente permanencia y belleza. Ha devuelto al polvo su nobleza, ligada a la huella que contiene del paso del tiempo.

De este modo, Sabatté se inscribe en un doble legado que lo conecta con Marcel Duchamp y Man Ray. Recordemos la fotografía que Man Ray tomó en 1920 de la icónica obra de Duchamp, El Gran Vidrio. Duchamp había dejado la pieza en su taller durante meses, permitiendo que la cubriera de una fina capa de polvo. En lugar de limpiarla por completo, decidió conservar parte de ese polvo en la superficie, integrándolo a la obra. Gracias a esta intervención, Man Ray pudo fotografiar lo que tituló “Élevage de poussière” (“Crianza de polvo”), capturando no solo la presencia física del material, sino también la huella del tiempo. Este acto de inmortalizar el polvo como rastro del tiempo se convierte en un punto de conexión fundamental con la obra de Lionel Sabatté, quien utiliza materiales efímeros para explorar la memoria, las huellas y la belleza de lo transitorio.

Aunque Sabatté se ha consolidado como escultor, es también un pintor excepcional, practica el dibujo con igual destreza y, recientemente, ha integrado la fotografía a su enfoque artístico. Este medio, en particular, le permite fijar doblemente la huella: por la imagen del sujeto representado y por los pigmentos que la revelan, los cuales llevan la memoria de lo que descubren a través de sus estremecedoras poussiérographies.